Varios estudios independientes muestran que hasta el 50 % del gasto eléctrico de las ciudades corresponde al alumbrado público. El consumo eléctrico mejorará gracias a la transición a la tecnología LED, cuyo uso en el alumbrado público debería ser generalizado en el año 2027. Sin embargo, esto marcará solo el primer paso hacia una mejora significativa, siempre y cuando aprovechemos la oportunidad. Si usáramos tecnologías LED inteligentes en el alumbrado público, la factura eléctrica se reduciría en un 85 %.
Lo inteligente es utilizar la luz solo donde se necesite
Naturalmente, este enorme ahorro económico sería posible gracias al control selectivo del alumbrado público por parte del operador. Este podría activar o desactivar el alumbrado según la situación del tráfico en cada momento, el movimiento de los peatones y muchos otros factores. Dicho en pocas palabras, la luz se usaría solo donde se necesitara.
El alumbrado público inteligente, por supuesto, no será una solución controlada de forma manual. El sistema es capaz de procesar una gran cantidad de datos entrantes, desde la situación del tráfico hasta la celebración de un evento cultural en la ciudad, y por lo tanto, puede adaptar el alumbrado público al nivel de intensidad lumínica requerido.
La red de alumbrado público podría gestionarse en grupos lógicos, o también farola a farola. Actualmente, la revisión del alumbrado sigue basándose en controles periódicos, una práctica obsoleta que puede provocar que los técnicos de mantenimiento detecten una avería meses después de que se haya producido un corte eléctrico; si el corte es más importante, la reparación puede alargarse por falta de material. En el caso del alumbrado público inteligente, los técnicos comprueban el estado del alumbrado en tiempo real y pueden enviar un equipo de mantenimiento en cuanto se detecta un problema.
Un consorcio que marca el rumbo
Las funciones de iluminación inteligente ya no están condicionadas por los propios componentes físicos; lo más importante es dotar dichos componentes de funciones inteligentes.
El consorcio Zhaga, que cuenta en la actualidad con más de 150 miembros permanentes, asociados y comunitarios, lleva trabajando intensamente en esta cuestión desde el año 2010.
El resultado de este trabajo es un conjunto de especificaciones para interfaces, conocidas como libros Zhaga, que definen las interfaces entre los componentes y su entorno. Cada libro define uno o más componentes de la luminaria LED en términos de interfaz mecánica, fotométrica, eléctrica, térmica y de control con su entorno.
El libro 18 es uno de los más interesantes desde el punto de vista de las ciudades inteligentes, ya que analiza la funcionalidad de la iluminación LED de exteriores como una fuente de oportunidades para aplicaciones de IoT y entornos de ciudades inteligentes.
Los últimos libros cubren también la programación de iluminación a través de NFC, por ejemplo.
Cuidemos el medio ambiente. Lo necesitamos.
El alumbrado público constituye el sistema nervioso de la ciudad. Los cientos de millones de farolas activas en todo el mundo consumen hasta el 19 % del gasto eléctrico mundial. Esto tiene como consecuencia un exceso de emisiones de CO2, que se sitúan muy por encima de los límites fijados. Si nada cambia, las emisiones de CO2 generadas debido a la electricidad seguirán aumentando. Según la ONU, hasta el 68 % de la población mundial se concentrará en las ciudades en el año 2050.
La iluminación artificial no solo afecta al medio ambiente debido a la producción de CO2 asociada a la electricidad. La luz artificial también afecta a la producción de melatonina, una hormona del sueño que influye en los ritmos circadianos de los mamíferos. Este es un tema muy extenso, pero en resumen podemos decir que la luz artificial suprime la producción de melatonina, lo que afecta al comportamiento de los animales en aspectos como la búsqueda de alimento, la orientación, la interacción entre depredador y presa o la reproducción. Los cambios de comportamiento pueden ser tan acusados que pueden ocasionar cambios ecológicos catastróficos, como la extinción de algunas especies.
La iluminación inteligente suele ser la primera solución para los entusiastas del hogar. A nivel individual, las luces inteligentes ofrecen más entretenimiento, mientras que a nivel urbano, ofrecen la posibilidad de construir redes de intranet que hagan avanzar la ciudad. Las tecnologías LED inteligentes pueden incluir un número relativamente grande de sensores integrados para monitorizar el clima, el nivel de CO2 o el estado del tráfico, pueden equiparse con sistemas de cámaras, y lo que es más importante, pueden crear microrredes, por ejemplo, mediante el uso de módulos Wi-Fi.
Lámpara como punto de comunicación
Ya está disponible el sistema de conectores de la serie LUMAWISE Endurance S de TE Connectivity. Esta solución permite conectar la luminaria LED exterior con un sensor o módulo de comunicación que está presente en la luminaria.
La recopilación de información no solo permitirá una iluminación urbana más inteligente, sino que podremos, por ejemplo, influir en los niveles de CO2 al dispersar o redirigir el tráfico. Las redes para la infraestructura IoT, que pueden construirse gracias a la iluminación inteligente, también ayudan a promover la electromovilidad a través del uso compartido de automóviles.
Los automóviles no necesariamente tienen que estar conectados a Internet. Basta con una conexión a la red local. Las personas interesadas en alquilar un vehículo eléctrico pueden consultar en tiempo real la ubicación del vehículo más cercano y el estado de la batería a través de la aplicación de alquiler.
Hay muchas formas de utilizar la iluminación inteligente en las ciudades inteligentes. Pueden potenciar la industria del entretenimiento, pero también ayudar a las fuerzas de rescate en sus intervenciones o mejorar la calidad de la vida cotidiana, lo que se traduce en una mejora de la salud no solo a nivel de empresa sino también a nivel individual.
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